La biblioteca

- Seh, supongo. - Se encogió de brazos. - De todas maneras...¿qué hacias hablando con ese tipo? Con todos mis respetos, parece el típico loco-que-todo-lo-sabe de todo buen pueblo que se precie. A excepción de su sombrero. Conseguiré ese sombrero, créeme. Haría cualquier cosa por ese sombrero. Es...es...¡es taaaaan monoooo *___*! - Entrecerró los ojos y puso tal voz que de lejos, cualquiera hubiera pensado que se trataba de una chica y no un chico.

- Equivocarme de habitación. Y a la vez, acertar en un paraíso para cualquier lector. - Le sonrió. - ¿Por qué me pones esa cara de "Wright, inepto, el sombrero te quedaría fatal?" ¡No importa que me quede mal! Por si no lo habías notado ya, soy un tipo al que le da bastante igual la estética. Mientras uno mismo se sienta a gusto... - Se encogió de hombros y sonrió, con la boca bien abierta.

- Libros... - viendo que el tema del sombrero no le llamaba a nadie. - ...alimentan el alma, espíritu y cerebro de la gente. Son mágicos. Siempre los he visto así. Además, siempre quise escribir libros. Me fascinaban mucho de pequeños. De hecho, comencé a escribir uno, aunque se perdió por algún punto del norte. ¿Te has parado a fijarte en la inmensa colección que tiene este sitio? No solo hay copias de manuscritos, sino además originales. Y las copias de dichos originales. Y las versiones de las copias de dichos originales. ¡El censo en el que se detalle el inventario de este sitio no debe tener fin! ¡Si no hay un libro aquí, es que no existe! - Bromeó. A decir verdad, era más majestuoso de lo que uno se podía imaginar.

- Te estoy aburriendo. - Le sonrió, intentándo decírselo con las menos palabras posibles. - Lo siento. Me pasa a menudo.

- Ya, pero quizás me he pasado charlando de lo lindo. - Se rió.

Miró a sus alrededores, como buscando algo invisible. Luego miró a Cort.

- Tengo que preguntarte algo. - Dijo, secamente y algo serio.

Se cruzó de brazos.

- ¿Quién decide en qué te conviertes cuando mueres? A mi nadie me preguntó nada, y acabé como ángel. Pero no puedes saberlo a simple vista. - Le preguntó.

- No es eso, pero tampoco es lo contrario. Quiero decir, me sentía bien como un humano. No tengo ni definiciones propias para ser un ángel ni definiciones propias para ser un demonio. Me sentiría indiferente. Mientras siga siendo yo mismo. - Suspiró.

- Entonces me intentas decir que no puedes ser un demonio y ser bueno. - Suspiró. - Es a lo que intento llegar.

- ¿Y no puede un demonio enmendar su camino y seguir queriendo ser un demonio? - Le contestó. - ¿No puede un ángel obrar mal y querir seguiendo ser un ángel?

- Entonces te quitan tu identidad. ¿No puede uno sentirse bien con su identidad? Si eres un demonio, y obras bien, te conviertes en ángel y pierdes tu identidad de demonio. ¿Y si no quieres perderla? Si quieres ser demonio, porque te gusta su tipo de cultura, pero obras como un ángel aunque no te sientas como tal, ¿tienen el derecho de quitarte tu identidad?

- ¿POR QUÉ ser un demonio tiene que ser obligatoriamente malo? - No sabía como explicarselo más fácil.

- No es verdad. No todos los demonios son malignos. Y lo sabes. Y no todos los ángeles son buenos. Y lo sabes. - Le señaló, muy serio.

No supo interpretar el silencio de Cort y siguió presionandole.

- ¿Por qué siempre todos los ángeles me decís lo mismo? ¡Aparte de...de Kosui, todos los demonios que me he encontrado son aparentemente buenos! Van a su rollo, sí, pero no veo nada que hagan que perjudiquen a los demás. Y los ángeles se lo seguís echando en cara. ¿Por qué? ¿Por qué no podéis usar la empatía por una vez y poneros en su sitio? - Estaba algo escamado.